
Sonríe o Muere
La trampa del pensamiento positivo
Barbara Ehrenreich
A propósito de este libro de Barbara Ehrenreich, periodista y ensayista americana, queremos hacer una revisión del “Pensamiento Positivo” a la luz de los supuestos de la Terapia Familiar Sistémica Breve.
En principio el Pensamiento Positivo y la Terapia Familiar Sistémica Breve coinciden en tres supuestos teóricos: el “Principio de Incertidumbre” de Heisemberg, el rol de las expectativas y la atribución de control interno.
- El “Principio de Incertidumbre -“No se puede conocer la posición y la velocidad de una partícula en un momento dado”-, o dicho de otra manera, “el observador modifica lo observado”, así que no se puede saber con exactitud cómo era lo observado antes de la intervención del observador.
- Las expectativas inciden en el resultado. Lo que uno espera que ocurra aumenta las probabilidades de que efectivamente suceda. La “Profecía Autocumplidora”, el “Efecto Pigmalion” o el “Efecto Rosenthal” son tres formas de llamar a este fenómeno: cuando alguien espera algo aumenta, sin saberlo, las probabilidades de que ese algo ocurra. En otras palabras, las expectativas afectan al resultado.
- Atribución de control interno. “Lo que sucede a mi alrededor depende, en parte, de mi”. La atribución de control interno hace que la persona sea, al menos en parte, responsable de lo que pase a su alrededor y, por ende, la sitúa en condiciones de influir en su contexto. Al contrario, la atribución de control externo desresponsabiliza a la persona de lo que ocurre en su entorno y, por tanto, no está en condiciones de intervenir sobre lo que sucede a su alrededor.
El Pensamiento Positivo, sabedor de que las personas construyen su propio mundo, las incita a ser optimistas, fijarse y seleccionar lo bueno, considerar lo malo como algo dañino y deshacerse de ello para así alcanzar la felicidad. “Ver el vaso medio lleno”.
La Terapia Familiar Sistémica Breve, siguiendo a Steve de Shazer, busca las excepciones a la queja, pregunta reiteradamente «qué va mejor» y aprovecha los recursos de las personas, “cuáles son los puntos fuertes”, “¿qué te agrada de tu vida y quieres que siga sucediendo?”.

El Pensamiento Positivo afirma que basta con esperar que las cosas vayan mejor, para que efectivamente mejoren.
La Terapia Familiar Sistémica Breve asume que las expectativas de autoeficacia percibida y de éxito mejoran la ejecución de una tarea (Bandura y Ruiz, 1990) y se esfuerza en persuadir a las familias para que se piensen capaces de conseguir lo que se proponen.
Así, un estudio sobre expectativas y duración del desempleo informa que cuando las puntuaciones en expectativas de autoeficacia, control y éxito son altas se consigue trabajo 14 meses antes que cuando las puntuaciones son bajas (Piqueras Gómez, Rodríguez Morejón y Rueda Sabater, 2008).
El Pensamiento Positivo insiste en la responsabilidad de la persona para asumir posiciones optimistas como forma de mejorar su vida y, en definitiva, ser feliz.
La Terapia Familiar Sistémica breve se esfuerza en definir objetivos terapéuticos que estén al alcance de sus clientes, que sean posibles, alcanzables, en definitiva, que dependan de ellos.
Hasta aquí las similitudes

El Pensamiento Positivo pone el énfasis en lo personal. Lo que pasa por dentro de la persona.
La Terapia Familiar Sistémica Breve enfatiza lo interpersonal. Lo que sucede entre las personas.

El Pensamiento Positivo le dice a la persona cosas como “fíjate en lo bueno y evita lo malo”, “mírate con buenos ojos”, “si quieres ser feliz basta con que te lo propongas”, “si quieres que algo suceda, piensa que va a suceder” “eres responsable de tu vida y de lo que sucede en ella” … Basándose en los supuestos arriba enunciados el mundo es como cada uno se imagina que es y, por tanto, si suceden cosas no deseables es porque no se ha sabido ser lo suficientemente positivo.
La Terapia Familiar Sistémica Breve se basa en el pensamiento del Constructivismo (von Glasersfeld, E., Watzlawick, P., von Foerster, E.). El mundo que se percibe no es real, sino que lo que se piensa es el mundo visto desde la perspectiva particular del observador. Pero el observador no es libre para construir su visión del mundo como le venga en gana; necesita consensuar el resultado de su punto de vista con el de cada una de las personas con las que entra en interacción. Los hechos pueden ser los mismos, la valoración de los hechos puede ser diferente para cada observador, pero para que dos observadores puedan mantener sus propias valoraciones es necesario algún grado de coincidencia. Uno no puede considerarse bueno y competente si los demás le envían reiterados mensajes de incompetencia.
Un jugador de parchís se considera un buen jugador… pero si casi siempre pierde y casi nunca gana; sus contrincantes, a menudo, le comen sus fichas y sus compañeros contínuamente necesitan enmendar sus jugadas. ¿Durante cuánto tiempo va a poder seguir percibiendo que es un buen jugador de parchís?

Los constructivistas piensan que “quien elige vivir su vida desde una perspectiva constructivista se convierte en una persona ante todo tolerante, porque quien comprende que es arquitecto de su mundo acepta que los demás construyan el suyo, se siente responsable en un sentido profundamente ético, responsable de sus sueños, yerros y de todo su mundo consciente, y plenamente libre, porque quien se sabe que es el inventor de su propia realidad, sabe que tiene la posibilidad de forjarla de otra manera” (P. Watzlawick). Pero los constructivistas también se quitan del medio cuando un camión se les echa encima.
Desde la Terapia Familiar Sistémica Breve se pone en primer plano -por delante del propio yo- el sistema en el que cada persona está integrada. Esto supone que las personas no son simpáticas, tímidas, amables, broncas, animosas o depresivas; las personas se comportan como simpáticas, tímidas… dependiendo de las relaciones en las que ponen de manifiesto dicho comportamiento. Una misma persona se muestra amable con unas sí y con otras no; una misma persona se muestra broncas con otra en unas ocasiones sí y en otras no. Por tanto, para predecir el comportamiento de una persona en una situación determinada no sirve de nada saber como es; lo que hay que saber es cómo es el contexto relacional en el que va a comportarse; cuál es la situación y cómo es la relación con las personas con las que está en interacción. Y sí, la situación y las relaciones tampoco son algo objetivo, sino que depende de la percepción que tengan los interlocutores.

Cuando una persona está insatisfecha con su vida el Pensamiento Positivo le dice “piensa de otra manera”, “si sigues siendo negativa vas a arruinar tu vida” … Esta es una bonita manera de culpabilizarla. Además, con un uso brillante de la profecía autocuplidora la mete en un bucle paradójico, de manera que cuanto más se esfuerza en ver las bondades de su vida, más se da cuenta de que “si tanto esfuerzo necesita para ver lo positivo es porque, en realidad, lo positivo escasea y lo malo abunda”; es decir, cada vez más negativismo. Por tanto, como el Pensamiento Positivo profetiza que la persona sigue insatisfecha con su vida porque no es capaz de adoptar una perspectiva positiva sobre su vida.
Cuando un persona está insatisfecha con su vida la Terapia Familiar Sistémica Breve primero “normaliza”: “en tus circunstancias es normal que te sientas mal”, “si ha muerto tu…, si te has quedado sin trabajo…, si te han diagnosticado de… es lógico que te sientas así.” Todos los sentimientos son normales en su cualidad y cantidad. ¿Cuánto de intenso tiene que ser el sufrimiento por perder…? ¿Y cuánto tiempo tiene que durar? El DSM 5 se atreve a decir que un duelo empieza a ser patológico -prolongado le dicen ahora- a partir de 12 meses en adultos y seis en niños (APA, 2014, pp. 789). La Terapia Familiar Sistémica Breve no. La Terapia Familiar Sistémica Breve solo se plantea si el resultado del comportamiento de las personas es o no deseable e inmediatamente se pregunta ¿deseable para quién? A la vez que predice que cuando hay alguna persona implicada que está insatisfecha con el resultado cabe esperar que actúe de alguna manera para cambiar ese resultado indeseable a su gusto. Siguiendo el primer axioma de la Teoría de la Comunicación Humana (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967) no hacer nada es solo una forma más de hacer.
“Pero a este estado dichoso no se llega levitando, por el mero hecho de desearlo. Necesitamos arremangarnos y ponernos a luchar contra unos obstáculos terribles, algunos que nos hemos puesto nosotros mismos y otros que nos ha colocado la propia vida. El primer paso para conseguirlo es que nos despertemos de esa fantasía colectiva que es el pensamiento positivo” (B. Ehrenreich, 2011)

“Los demás pueden afirmar que puedo aprobar matemáticas, mi profesora, mis padres y hasta mis amigos… también puedo pensarlo yo. Todo esto es muy beneficioso… pero si no abro el libro… fijo que suspendo”.
En definitiva, el resultado es función de múltiples factores: expectativas, oportunidades, actitudes, apoyos… y, claro, también suerte. Algunos dependen de uno mismo; otros no. Parece razonable esforzarse en mejorar lo que está al alcance de la mano, aunque, a veces, renunciar a ese esfuerzo es una forma más de bienestar. Parece razonable aceptar con resignación lo irremediable: “es lo que hay”, aunque, a veces, la rebeldía y el inconformismo sean aspirar a la utopía.
En Terapia Familiar Sistémica Breve “lo imposible lo hacemos todos los días… los milagros nos cuestan un poco más»