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Conclusión

Desde el planteamiento expuesto en estas páginas se entiende por “cambio” que al finalizar la psicoterapia el cliente haya conseguido los objetivos por él definidos en el comienzo de la misma.

Se sostiene que es preferible:

  1. Trabajar con objetivos definidos conductualmente y conseguir cambios observables. No obstante, se puede trabajar con objetivos vagos si se tiene confianza en los clientes como personas capaces de informar sobre su propia visión de su realidad;
  2. Definir pequeños cambios al alcance de los clientes, frente a las reorganizaciones amplias y, con frecuencia, utópicas;
  3. Conseguir cambios de proceso -cambio 2-, aprendizajes irreversibles y discontinuos respecto de la situación problema, si bien en ocasiones se opta por cambios progresivos de pasos cortos;
  4. Concentrar los esfuerzos en intervenir sólo cuando los clientes lo requieren y en las áreas de su vida para las que ellos solicitan la ayuda psicoterapéutica.

Respecto de quién debe decidir los cambios que hay que conseguir, no tenemos nada que añadir a lo que J. Haley escribió hace ahora 40 años:

“Nunca se insistirá bastante en que el problema a ser resuelto por el terapeuta debe ser uno que la familia desee solucionar, pero planteado en forma tal que lo haga resoluble.” (Haley, 1980, p. 41).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • Haley, J. (1980). Terapia para resolver problemas. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.