Ana y Paloma: Un caso fácil

Ana tiene 14 años. Vive con su madre, Paloma, y su abuela, ambas enfermas, por lo que requieren la ayuda de Ana para tareas domésticas que implican coger y mover objetos de cierto peso. Ana está repitiendo 2º de la E.S.O., según cuentan, porque el año pasado faltó mucho a clase como consecuencia de un problema de acoso escolar por parte de una compañera. El nuevo curso acaba de empezar y Paloma comenta que está asistiendo regularmente a clase y que la ve más centrada. Ambas dicen que el problema que tuvo con una compañera el curso pasado está resuelto.

Al principio de la consulta Ana se muestra un tanto reservada y no parece demasiado dispuesta a solicitar ayuda psicológica. Dice que para estudiar y aprobar este curso no necesita ayuda. Paloma se queja de que su hija apenas sale de casa; solo con ella y con su abuela y no le parece normal que una chica de 14 años no quiera ir con sus amigas. Quiere que ayudemos a su hija a relacionarse más con sus compañeros de clase y amigas y también a enfadarse menos en casa. Desde su punto de vista, Ana da malas contestaciones y se altera con ellas por cualquier cosa. Está particularmente preocupada por el trato que recibe su madre, que ya es una persona mayor. Ana, en cambio, dice que sale lo que quiere salir y que si se enfada es porque la molesta que le pidan tantas cosas, que están continuamente mandando hacer tareas, que tiene que obedecer de forma inmediata y que eso le impide organizarse como le gustaría. Está de acuerdo en ayudar en lo que su madre y su abuela no pueden hacer, pero quiere que le pidan todo a la vez y que no la interrumpan continuamente. Paloma asiente y dice que eso sí pueden hacerlo.

Como el curso escolar ha empezado hace un mes aún están a la expectativa de los resultados. Ana dice que este año no se van a repetir los problemas del curso pasado y se compromete a continuar asistiendo a la escuela. Paloma se muestra de acuerdo en darle un voto de confianza al respeto.

Se acuerda trabajar para que Ana siga colaborando en casa y que su madre y abuela le pidan ayuda teniendo en cuenta los intereses y el tiempo de Ana. Ambas se declaran dispuestas a colaborar con las instrucciones que reciban del terapeuta -compradoras (de Shazer, 1988)-.

Tras reconocerles su buena disposición y felicitar a Ana por haber comprendido que merece la pena un poco de esfuerzo para aprobar este curso se le dice que ayude a su madre y abuela a que sepan cuándo pedirle ayuda preguntándoles, antes de ponerse con sus cosas, si necesitan algo de ella. Si no le piden nada en este momento tendrán que esperar a que termine de hacer lo que sea para pedirle la ayuda que necesiten. Si ellas no respetan este tiempo, se le dice que tiene derecho a protestar. Asimismo se valora la actitud comprensiva de Paloma respecto a su hija, se le dice que Ana tiene la obligación de ayudarlas, de la misma manera que tiene el derecho a que respeten su tiempo cuando está ocupada con sus cosas.

Dos meses después vuelven a consulta. Tal como se acordó en la sesión anterior, Ana se ofrece para ayudar en casa antes de ponerse con sus cosas y tanto Paloma como la abuela de Ana procuran no interrumpirla con peticiones cuando Ana está ocupada en sus asuntos. Paloma ve que Ana está más tranquila y valora el esfuerzo y los resultados escolares, aunque en la primera evaluación le han quedado dos asignaturas. Ana sigue saliendo poco, pero dice que así está bien y que tiene alguna buena amiga.

Se subraya la actitud servicial de Ana y la forma como Paloma respeta los tiempos de su hija. También se reconoce la mejoría en las notas, aunque tiene margen de mejora. Se anima a ambas a que sigan haciendo lo que contribuye a entenderse bien y se deja a su criterio la posibilidad de volver a consulta cuando lo consideren necesario.

Dos años y medio después, en el seguimiento telefónico, Paloma informa que Ana les ayuda mucho en casa, que les habla bien y rara vez se enfada. Tiene alguna amiga y sigue saliendo poco, aunque últimamente parece que sale un poco más. Considera que está resuelto el problema que se trató en esta consulta y que en la actualidad no hay ningún otro problema que requiera tratamiento.

¿Este caso es tan fácil como parece?, ¿por qué?

Desde nuestro punto de vista la actitud servicial de Ana, la flexibilidad de Paloma, la posición colaboradora de ambas y el cumplimiento literal (Rodríguez-Arias, Real, Castillo y Real, 2001) de las indicaciones recibidas en la primera entrevista contribuyen poderosamente a la buena resolución del caso en tan solo dos sesiones.

¿De qué manera el terapeuta facilita el cambio?

En primer lugar, confiando en Ana. Acude a la consulta reticente y con poca demanda. En vez de presionarla, se acepta que salga poco, que tenga pocas amigas y se confía en sus posibilidades de sacar el curso adelante por sus propios medios, sin necesidad de intervención psicoterapéutica.

En segundo lugar, se las ayuda a definir un objetivo asequible y cercano que les facilita la convivencia, validando las condiciones de salud de madre y abuela y poniendo en el mismo plano el derecho de Ana a disponer con libertad de su tiempo.

Durante la primera sesión el terapeuta le ofrece a Ana la posibilidad de elegir entre la cantidad de “favores” que le pueden pedir o el tiempo que va a dedicarles. Ana no elige ninguna de las dos opciones. Este sencillo comentario es una doble ilusión de alternativas: se le pide a Ana que elija entre ayudar y ayudar y a Paloma entre limitar sus peticiones de una manera o de la otra. No es necesario que den una respuesta comprometida en ese momento; basta con que escuchen el planteamiento para que más tarde encaje la prescripción que se hace durante la intervención.

¿Qué se puede hacer para complicar este caso?

Igual que hay muchas formas de resolver un caso, también hay unas cuantas maneras de complicarlo.

En primer lugar, se puede insistir para que Ana reconozca que el año pasado tuvo un problema con una de sus compañeras, que tiene pocas amigas, que sale poco y que no es normal que una chica como ella esté tan encerrada en sí misma. Este planteamiento, clásico por lo demás, se centra en la parte más patológica del comportamiento y en el pasado. Es posible que aún haya algún terapeuta que piense que las claves para resolver un problema están en el pasado y que las soluciones se encuentran más en los déficits, que en los recursos.

En segundo lugar, se puede adoptar una posición temerosa y desconfiada. El año pasado tuvo problemas con el rendimiento escolar y con una compañera. Ana afrontó estos problemas retrayéndose, faltando a clase y no saliendo de casa. El curso ha empezado hace apenas un mes cuando se celebra la primera consulta. ¿No será mejor esperar a ver cómo evolucionan las cosas?, ¿cabe esperar que se reproduzcan los problemas?, ¿es probable que, si se repiten los problemas, Ana replique sus errores del curso pasado? Finalmente, nada indica que Ana haya comprendido que evitar es una mala forma de afrontar los problemas. La experiencia dice que cuando se tropieza una vez es fácil tropezar de nuevo. Por otro lado, desde la teoría de la “profecía autocumplida” se sabe que cuando se espera que haya problemas, más probablemente los habrá (Watzlawick, 1981). ¡Qué mejor manera de complicar las cosas que esperar complicaciones y adelantarse a prevenirlas! Como aquel que da palmadas para espantar a los elefantes que no hay (Watzalwick, 1984).

En tercer lugar, posicionarse a favor de cualquiera de las dos. Hay buenas razones para apoyar a Paloma: ella es la madre, está enferma, necesita ayuda, está criando sola a su hija y cuidando de su madre, es lógico que su hija la obedezca, hay que apoyar su autoridad, la adolescencia es una etapa especialmente difícil para las madres, … También hay sólidos argumentos a favor de Ana: sufre en el colegio porque no tiene amigas, se meten con ella hasta el punto de esconderse para no ir a clase, como pasó el año pasado y, encima, en su casa la explotan haciendo que a sus catorce años tenga que hacer las tareas más pesadas cuando y como su madre y abuela lo mandan. Los terapeutas, en base a sus conocimientos y experiencia profesionales, tienen criterio para valorar si un comportamiento es o no correcto y decir cuáles son más apropiados para la vida de otras personas. Lamentablemente, las buenas intenciones no siempre tienen el mejor resultado. A veces el peor (Ampudia, 2010).

El 40% de la varianza del cambio depende de las características y actitudes de los clientes (Lambert, 1992). El terapeuta apenas contribuye con un 13% (Wampold, 2001). Rodríguez Morejón (2016) dice al respecto “La proporción de levadura en la masa de pan es de menos del 3% y sin embargo resulta crucial para determinar el estado final del producto.” (pp. 6). Entonces, es el terapeuta el que elige si quiere tratar casos fáciles o difíciles. En terapia breve se prefiere lo fácil, aunque no siempre se consigue.

BIBLIOGRAFÍA

  • Ampudia, M. (2010). Con la mejor intención. Cuentos para comprender lo que sienten los niños. Barcelona: Herder.
  • de Shazer, S. (1988). Clues. Investigating solutions in Brief Therapy. New York: W.W. Norton & Company. (Claves en Psicoterapia Breve. Barcelona: Gedisa. 1992).
  • Lambert, M. J. (1992). Psychotherapy outcome research: Implications for integrative and eclectical therapists. En J. C. Norcross y S. L. Garfield (eds.). Handbook of psychotherapy integration. New York: Wiley. pp. 94-129.
  • Rodríguez Morejón, A. (2016). El cliente en psicoterapia: contribución al resultado terapéutico. Anales de Psicología. 32,1. Pp. 1-8.
  • Rodríguez-Arias, J.L., Real Pérez, M., Castillo Oti, J.M. y Real Pérez, M.A. (2001). Psicoterapia familiar breve. Cómo facilitar el cumplimiento terapéutico a través de la modalidad de cooperación de los pacientes. Atención Primaria. 27(7), 134-140.
  • Wampold, B. E. (2001). The great psychotherapy debate: models, metods and findings. Mahwah (NJ): L. Erlbaum Associates.
  • Watzlawick, P. (1984). El arte de amargarse la vida. Barcelona: Herder
  • Watzlawick, P. (1981) Profecías que se autocumplen. En Watzlawick (comp.). La Realidad inventada. ¿Cómo sabemos lo que creemos saber?. Barcelona: Gedisa.

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